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La historia del Pimentón de Candeleda contada por Esther Garín para Comida’s Magazine

Como ya sabéis en Pimentón El Sequero no nos gusta la comida industrial, ni los productos enlatados, ni lo mecánico y artificial. Preferimos lo artesanal, lo tradicional, lo auténtico; lo elaborado con paciencia, con mimo y cariño, aunque ello, lógicamente, suponga trabajar mucho más e invertir nuestro tiempo en conseguir un producto diferente con el que hacer feliz a aquellos que saben apreciar las cosas bien hechas.

Y quizá sea por esta razón por la que tanto nos gusta este brillante y elaborado artículo que Esther González Garín, periodista especializada en Gastronomía, redactora del Programa de Televisión Española «Aquí la Tierra» y colaboradora de Comida’s Magazine, escribió para este último medio cuando conoció nuestro pimentón. Seguramente nunca seremos capaces de agradecer a Esther el cariño y enorme talento que con el que describió nuestro pimentón. Lo intentamos reproduciendo su maravilloso artículo:

«Vista desde fuera, la historia del pimentón de Candeleda (Ávila) puede recordar a aquel famoso anuncio de lavavajillas: la historia de Villarriba y Villabajo compitiendo por lavar más platos. Sus vecinos producen el conocido pimentón de La Vera, que en muchas ocasiones se lleva la fama. Pero esto no es más que una metáfora, porque la verdadera historia del pimentón de Candeleda es entrañable y diferente, curiosa, histórica y está llena de color: el rojo más puro.
pimentón de candeleda

“No queremos compararnos”, asegura Luis Miguel López, gerente de ‘El sequero’. Este abogado sigue dedicando todas las horas que su trabajo le deja al negocio familiar y a defender el producto que ha amado su familia durante generaciones.

Hoy, sus tíos se hacen cargo de la empresa, cuyo nombre es su signo de identidad: cuentan con 5 sequeros en Candeleda, un pueblo de unos 5.000 habitantes, donde la tradición de elaborar el pimentón de la misma forma que se cultivaba en el siglo XVIII sigue viva. Pero donde hace años había más de mil sequeros, ya no quedan más de cien.

pimentón de candeleda

“Mi abuelo tiene 94 años y ya recuerda que su abuelo cultivaba pimiento. Se hace de forma tradicional y se producen pocos kilos que se venden en la comarca para hacer matanzas”. En el pueblo la gente sabe que el pimentón que ha comprado es de “fulanito” o de “menganito” y, después de tantos años, “la gente detecta cuando te sales del proceso”, asegura Luis Miguel.

Porque la forma de elaborar pimentón tal y como se hacía siglos atrás no es nada fácil: como todos los buenos productos, requiere tiempo, paciencia y mimo, sin olvidar la materia prima. Un cóctel cuyo resultado es un aroma intenso y especial.

De padres a hijos… una reglas no escritas

Para conseguir este apreciado polvo rojo, en Candeleda se han mantenido las variedades autóctonas, las que se cultivaban siglos atrás (agriduz, bellotero, lerén y tres esquinas.) y hay otras características que hacen de este oro rojo un producto único: “no usamos ñora, y tampoco aceite como en otros lugares porque consideramos que es adulterar el producto para darle consistencia y brillo de manera artificial….”. Y más allá de la materia, el proceso de elaboración es casi mágico:

pimentón de candeleda

De los mejores pimientos del año anterior retiran las semillas, que se siembra a mediados de marzo. Cuando la planta sale se quitan las malas hierbas a mano o con una mula y el pimentón (solo el bien maduro) se recoge a mano y cuando llega al sequero, para la familia empiezan los días de ‘insomnio’, porque el pimiento requiere el máximo cuidado.

“Los sequeros tienen una planta con suelo de barro que mantiene el calor, y un primer piso de zarzo. Se forma un manto rojo con los pimientos, se enciende la lumbre en el piso de abajo y se le va dando humo durante 15 días”. Casi sin descanso.

Después, el pimiento se pisa, como con la uva, y se le quita el pezón, para que el resultado sea aún mejor. Eso sí, la familia ha echado mano de la tecnología para ello, pero es “el único cambio que se ha hecho desde el XVIII”. Y de ahí, al molino.

pimentón de candeleda

Aunque no en el pueblo: los productores tienen que ir al molino de La Vera porque en Candeleda ya no queda ninguno. Pero ese es el gran objetivo de esta familia: “Estoy intentando desarrollar un reglamento para que todo el producto de Candeleda se haga de esta manera y para que se construya un molino”. Por ello, en este pueblo a la vera de Extremadura han convertido su pimentón en producto gourmet y una parte de los 3000 kilos que ‘El sequero’ produce al año llega a tiendas delicatesen.

Un aroma que habla de historia y que llena aún más tu paladar cuando conoces todo lo que envuelve su producción».

pimentón de candeleda